Pedro Piedra corre a través del pasillo extenuante, para su piernas de corta edad parece eterno. Los lentes son una molestia para correr. Los tira. Pedro piedra corre con frenesí, quiere huir de pláticas sobre la caída de la bolsa, no entiende como el simple caer de una bolsa pueda espantar tanto a los adultos. Al pasar por el comedor, las conversaciones de señoras sobre el clima y lo nublado de la mañana, Pedro Piedra en las tardes juega a caminar por las nubes cuando arroja almohadas al suelo, tampoco entiende como las nubes pueden fastidiar a los mayores, a él le encantan y más cuando son de azúcar.
Pedro Piedra corre con más y cada vez más fuerza, la duela trasmite las ondas de su movimiento Tac, Tac, Tac, Tac Se levanta, Tac, Tac, Tac
Pedro Piedra en su rápido andar mira los retratos. Sólo hay semblantes rígidos, ojos inexpresivos lo observan. Al voltear hacia enfrente, su visión se inunda de rosa. Choca contra las piernas de una mujer, Pedro Piedra al caerse ya está escuchando los reclamos, peor aún, son gritos estrepitosos de su madre. Se levanta y vuelve a correr. Los gritos se escuchan mas cerca, al sentirse acorralado levanta los brazos. Con su respiración emula los motores de un avión despegando. La madre empieza a lanzarle libros, ninguno acierta. Pedro Piedra ondula el fuselaje para esquivar los misiles, Pedro Piedra es excelente piloto, da un giro de noventa grados, traspasa la puerta, y se escapa del bombardero.
Se descubre en los escalones que dan al jardín. Brinca. Se baja de la cabina en paracaídas. Pedro Piedra se incorpora en el bosque, con su acostumbrada velocidad, cambia el sonido de las hélices por el rechinar de un caballo. Lo monta y recorre el camino. Jaguares gigantes lo persiguen, son demasiados, cinco quizá. Pedro Piedra estira su brazo derecho y al jalar el gatillo de la mano, un felino menos. Su caballo empieza a cansarse. Se esconde debajo de las ramas del sauce, asoma la mirada para cerciorarse que no lo persiguen, uno nunca sabe, tienen fama de ser buenos cazadores. Después de unos minutos sale de su escondite. ¡Demonios! lo están esperando, los jaguares debieron avisarles su ubicación, los muy traidores.
Pedro ríndete, te tenemos acorralado. ¡Jamás!. Primero muerto que en sus brazos. Tiraste a tu madre, discúlpate. Nunca, por su culpa los piratas casi me atrapan. ¿Cuáles piratas? Los que me perseguían en el pasillo. Si te rindes, te regalo un chocolate. ¿Tiene galletas adentro? Sí, muchas. Bueno. Así atraparon a Pedro Piedra.
1 comentarios:
20 de enero de 2010 a las 16:17
asi justamente me podrian atrapar
Saludos
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