Tocas el Piano

Tocas el piano y yo sentado. Presumo estar fumando, solo que tuve que abandonar la presunción ya que el humo lo sentía salir por los ojos. Odio el cigarro. Los primeros acordes entran en síncopas, siento como me hablas por melodías que abarcan escalas hasta llegar a una nota que culmina en lo dramático y después un silencio. Giras el cuello hacia abajo, tus cabellos rojizos te cubren el rostro, es como si se bajara el telón, Primer movimiento.

Yo todavía trato de reponerme del humo, respiro hondamente y cuando estas a punto de voltear, bajo la cabeza y pongo mi mano sobre la frente, aparento que todavía estoy pensando en algo, la verdad es que no, simplemente tengo unas ganas imperiosas de besarte, pero temo que al hacerlo olvides interpretar la obra, y en mi experiencia de vida, que es igual a la de fumar, todavía no puedo decidir entre la música y tus labios, comienzas el segundo movimiento.

La contraparte se expone, la antítesis de la forma sonata, exploras los grados menores, un semblante de solemnidad invade tu cuerpo, ensimismada por lo melancolía del segundo movimiento, me pregunto por qué es más fácil enajenarse con la soledad; por más que trates de asociarte con el arquetipo de solitario y bebedor de sufrimientos, siempre esta esa necesidad de liberarse de la carga, la misma necesidad que tengo de besarte. Suspiras , la cadencia denota el fin.

Tercer movimiento, Empiezas con fuerza, tus brazos que procuran verse débiles, ahora hilvanan lucidas armonías, forte en la partitura parece ser poco ante lo que estas interpretando, mis tímpanos y alma por igual, piden más, me estas llevando a un vértigo, volteo a mi alrededor, tu cuerpo parece dejar de tener forma. Todo deja de tener forma. No puedo distinguir donde empieza un objeto y donde acaba mi brazo, solo distingo sonidos, solo tengo en mi cabeza el besarte, acabas con la última nota, adivinas mi pensamiento.

Ya no tocas el piano.

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